Recientemente se ha visto un movimiento en el cual los consumidores presionan a los productores de carne a limitar el uso de antibióticos usados en la cría del ganado. Esta situación nos lleva a preguntarnos si es realmente necesario el uso de estas sustancias en los animales destinados al consumo humano y si trae repercusiones a nuestra salud.
Los antibióticos y promotores del crecimiento se empezaron a usar de manera generalizada en la década de los 50, cuando se descubrió que aceleran la ganancia de peso en el ganado, además de que su uso previene enfermedades y así se asegura la calidad de la carne.
Cabe mencionar que estas prácticas son reguladas por organismos gubernamentales de la salud animal en cada país, en el caso de México es la SAGARPA la que monitorea si hay residuos de hormonas sintéticas en la carne destinada al consumo.
Los expertos dicen que las hormonas son compuestos producidos naturalmente en los seres vivos que regulan funciones vitales, por lo que están presentes en todos los productos animales. En los seres humanos se ha detectado un mayor riesgo para algunos tipos de cáncer relacionado con la toma de hormonas esteroides (como en el caso de las terapias de reemplazo hormonal), no obstante, la cantidad de hormonas esteroides que se consume en la carne de un animal tratado con ellas es sumamente insignificante a lo que el cuerpo humano produce diariamente.
Hasta hoy no existen suficientes estudios epidemiológicos que apoyen o refuten totalmente los riesgos de salud que representan el exceso de hormonas en la carne.
Algunos reportes nos han llevado a creer que el uso de estas sustancias en animales pueden causar resistencia en ciertas bacterias y en los seres humanos, haciendo más difícil la batalla contra enfermedades; la realidad es que esta resistencia es posiblemente causada por variados factores, según concluyó en un estudio la Academia Americana de Microbiología (2009) es una inevitable la evolución de los microorganismos.
Tanto la FDA, como la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de Salud y la Comisión del Codex Alimentario consideraron a los residuos de hormonas y antibióticos en la carne como de consumo seguro.
Aunque no existe evidencia que concluyentemente indique la relación entre el consumo de carne de res tratada con hormonas y antibióticos, y las enfermedades, ciertamente el adoptar un estilo de vida saludable puede reducir los riesgos.